Los Archivos se presentaron por primera vez con la poderosa imagen de un primerísimo plano de un coño en la cubierta, al cual accedimos con curiosidad esperando encontrarnos una colección de estudios y digresiones sobre nuevo feminismo, pero dándonos de bruces con algo más grande, más ambicioso y plural. Algo que apuesta por abordar el tema de las individualidades frente a la colectividad y sus etiquetas, desde la consciencia plena de la complejidad e imposibilidad de concreción.Masculinidades, transexualidades, feminismos, cultura y vivencias propias caben por igual si el fin es dar un poco de luz a este mundo en el que “queremos ser nosotros mismos pero sin estar solos”
Tras la lectura de 4 números (el último, publicado este mismo mes de mayo), los propios editores se siguen cuestionando su “condición” de publicación feminista. Aluden encontrarse navegando en “una vorágine ideológica” e “inmersos en una marea de intenciones y palabras”. Y no podemos estar más de acuerdo. Cada página de cada número de Los Archivos está marcada por el placer del ejercicio reflexivo y la necesidad de debatir para entender, sin olvidar que desentender y reprogramar forma parte de la lectura.
Y ahí reside el éxito de este fanzine: nunca olvida que su propuesta es un juego en el que no hay verdades absolutas. Masculinidades, transexualidades, feminismos, cultura y vivencias propias caben por igual si el fin es dar un poco de luz a este mundo en el que “queremos ser nosotros mismos pero sin estar solos”.
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