Este finde cambia la hora. No te vas a enterar, porque tu móvil lo hace solo, a no ser que te rijas por manecillas analógicas, como el Círculo Ecuestre se mueve por antiguas normas rígidas que defienden lo de siempre: el progreso para la burguesía. Esta semana han recibido a Trias, y el alcaldable ya les ha asegurado que él tampoco quiere moderneces como reservar el 30 % de las nuevas promociones de vivienda a lo social. Que haya muchos ricos y así el dinero goteará hasta los pobres (en serio que lo ha dicho). Como eso no suele pasar, una placa conmemora por fin la huelga de alquileres de 1931 en la que entre 45.000 y 100.000 barcelonesas dejaron de pagar durante meses. En otro capítulo de privilegios, el de los cruceristas: gastan el doble de agua que un vecino de la ciudad y Colau pide que la Generalitat limite por fin su llegada para que en vez de 400.000 sean solo 200.000. No es únicamente la clase, también el género: 90 euros es lo que se tienen que gastar las agentes de la Guàrdia Urbana en un pantalón porque el cuerpo solo proporciona pantalones de hombre. Y en toda esta desigualdad, el 81,3 % de los jóvenes catalanes está dispuesto a cambiar de país para tener un salario más alto o un empleo estable. Uf.

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