Ir en bicicleta. Buscamos «ir en bicicleta» en un banco de imágenes. El resultado, bien variado. Fotos en las que hombres y mujeres van en bici. La gran mayoría de ellos practican en carretera, con grandes pelotones, equipos, patrocinio… Alguna imagen suelta de ellas compitiendo. Pero, ¿dónde están en el ciclismo profesional?
Estar, están desde siempre. Aunque en proporciones distintas que no se pueden comparar con la historia de los hombres, apoyados por un sistema patriarcal que les facilitó el acceso al deporte no solo como un hobbie, también como una profesión. Comparamos España, Catalunya y Francia, los países con las competiciones ciclistas más conocidas, al menos, en masculino.
“¿Y qué ocurre con nosotras?”, imagino la voz interna de Alfonsina Strada cuando en 1924 le dijeron que no podía competir en el próximo Giro de Italia porque era mujer. Aunque corría a la velocidad de ellos. “La reina del pedal” y primera mujer en competir en carreras masculinas, ya había completado anteriormente el Giro de Lombardía entre 1917 y 1918. Sabía lo que se jugaba frente a un jurado que a regañadientes le permitió finalmente terminar las 12 etapas del Giro sin contabilizar su tiempo. Después de ella, ninguna otra mujer volvió a rivalizar con hombres. Un contexto en el que el techo, más que de cristal, tenía mucho de macizo y cemento, difícilmente quebrantables.
Ahora, en pleno siglo XXI, las mujeres vamos en bicicleta al trabajo, a comprar, a la montaña. La bici está cada vez más integrada en el mundo de las féminas. Incluso hay competiciones como la Vuelta a España o la Volta a Catalunya en las que las mujeres pueden competir. Eso sí, recorriendo una parte, en ocasiones un tercio, de las etapas que ellos se juegan.
España
Es el caso de la Ceratizit Challenge by La Vuelta que, desde hace seis años, coincide en fecha con las últimas tres etapas de la Vuelta a España, como una de las carreras de máximo nivel de ciclismo en ruta dentro del UCI World Tour Fememino. En la Vuelta, los equipos femeninos recorren 192,5 kilómetros. Los masculinos 2.892,1 km en 18 etapas. ¿Podemos compararlos?
“Nunca seremos iguales. La paridad llegará cuando se equiparen los salarios y las licencias. Esto es lo que falta”, explica la catalana Marta Vilajosana, una de las pocas ciclistas españolas en conseguir una etapa en el Giro de Italia Femenino en el año 2006, país en el que acumula un buen palmarés. Eso sí, lo ideal es que, como ya ocurre en muchos países incluido España, no haya un sponsor diferente para los hombres y las mujeres. “Si queremos la igualdad tiene que ir ligada al mismo organizador”, indica Vilajosana.
Es decir, correr como mínimo en las mismas condiciones. Algo que en ocasiones es más bien un abismo, si tenemos en cuenta que el importe económico del trofeo es mayor para ellos o que, en muchos equipos profesionales, a pesar de lucir mismos materiales y patrocinio, el salario es menor para ellas.
“Estamos muy lejos de lo que sería la equidad. Se ha evolucionado, pero todavía no lo suficiente. Porque ser profesional implica que cobres y que puedas vivir de esto y no siempre ocurre”, afirma Anna Barrero, ciclista e investigadora.
Eso sí, cada vez son más las mujeres que compiten. Una expansión progresiva durante los últimos 15 años con equipos que evolucionan rápidamente. También dentro de España, donde las mujeres ya no tienen que irse al extranjero para medirse en la máxima categoría internacional. A grupos como el Bizkaia Durango o el Sopela Women’s Team, fundados a principios del año 2000, se unen otros como el Movistar Team que desde 2018 incluye a mujeres en su lista de corredoras.
Catalunya
Catalunya tampoco se queda a la cola. Desde el 2019 cuenta con su primer femenino en la categoría UCI (Unión Ciclista Internacional), el Massi-Tactic UCI Women’s Team, un equipo de la provincia de Girona que ya está dando que hablar en tan solo un año. Entonces, ¿estamos ante un boom del ciclismo femenino?
“Puede ser. En las escuelas de ciclismo hay muchas niñas que en número están ya muy cerca de los niños. Esto en mi época era impensable”, explica Vilajosana, también participante de los Juegos Olímpicos de Pekín en ruta y contrarreloj. “Cuando yo empecé, tan solo éramos cuatro o cinco mujeres las que competíamos de toda Catalunya. Ibas por la carretera y eran todo hombres. De pronto, veías la cabeza de una mujer. “¡Una mujer! ¿De dónde es?, nos preguntábamos”.
Pero ahora las competiciones han cambiado. Las mujeres disponen de más tiempo libre, “han salido de sus casas”, recalca Vilajosana. Por ejemplo, el Giro de Italia Femenino es hoy en día una de las pruebas profesionales más potentes. Allí, igual que ellos, las mujeres ciclistas se dan cita para conseguir la icónica maglia rosa.
Francia
¿Qué ocurre en Francia? ¿Acaso no es el país que más veces hemos visto en televisión durante las tardes de verano? Lo cierto es que la región francesa aún tiene una tarea pendiente: la de un Tour Femenino a la altura del de los varones. Es cierto que se intentó en 1955 con la Grande Boucle. Contaba con los mismos objetivos que ellos, tanto en etapas como en kilómetros, pero acabó fallando; falta de patrocinio, precariedad, misma cantinela. En 2009 las mujeres dieron sus últimas vueltas.
“Yo la corrí durante cuatro años. Competíamos a la misma altura y dureza que los hombres. Pero las condiciones eran distintas. Ellos dormían en hoteles de 4 estrellas y nosotras en albergues”, explica la ciclista.
La lucha por un Tour Femenino continúa en pie. A la cabeza, ‘Donnons des elles au vélo J-1’, un proyecto integrado por una veintena de mujeres ciclistas amateur que desde 2015 realiza el mismo recorrido que el Tour Oficial. “La idea es demostrar que una mujer también puede hacerlo”, explica Barrero, pieza clave en los primeros años del movimiento. Para ellas la meta ya no es solo una metáfora, sino el resultado de una carrera digna en la que la bici, además de ser un maravilloso instrumento de ensueño, también lo es de fuerza.
Si continuamos con la búsqueda a través de portales web pero, introduciendo ahora el término retransmisión-competiciones-ciclismo-femenino, el combo nos desvela la realidad: existen, se pueden ver, pero no tienen ni la mitad de seguidores que las de ellos. Este año, por ejemplo, Rtve y Eurosport han firmado para mantener las retransmisiones de La Vuelta y el Tour de Francia hasta 2025, en las que se incluye la Ceratizit Challenge by La Vuelta. O sea que ellas tienen su hueco en televisión y desde 2015 cuentan con el mismo patrocinador que ellos. Aun así, lo del prime time al nivel del Tour de Francia, con todas sus expectativas, todavía está lejos.
“¿Es que nadie quiere ver correr a las mujeres ciclistas?”, diría Alfonsina Strada sin ser capaz de prevenir entonces cómo la tecnología transformaría nuestras vidas en tan solo unas décadas. “Internet y las redes sociales han dado visibilidad al ciclismo. Y esto es algo que continúa en auge”, explica Anna Barrero. Queda menos para normalizar retransmisiones de etapas que se alargan y para ver a un verdadero pelotón de mujeres al mando que contrarresta la brecha existente en los medios de comunicación. Todo con tal de no perder a la próxima reina del pedal.