En 1979 las mujeres pudieron entrar a formar parte de la Guardia Urbana, que hasta entonces sólo contaba con hombres entre sus filas. Me imagino lo que tuvieron que aguantar entonces y me indigno con lo que tendrán que seguir aguantando ahora, en pleno siglo XXI, donde comentarios como «vete a fregar» no se han erradicado por completo. Porque el machismo se aprecia muy bien en las cifras: la presencia de mujeres en el cuerpo no llega ni al 11%. Si la mitad de la población somos mujeres, ¿por qué me tengo que encontrar con todo tíos cuando voy a una comisaría? ¿no reflejan a la sociedad las fuerzas de seguridad?

Mucho más lejos de aquí, y no sólo en distancia física, se han dado cuenta de que sólo con un tipo de visión masculina -la cercana al modelo James Bond- no se puede garantizar la seguridad de un Estado entero. Los servicios secretos británicos han elaborado un informe en el que reconocen que sin las mujeres y su distinto approach a la realidad de este siglo, no se puede llegar a hacer frente a los nuevos desafíos. Si la realidad es diversa, quien la vigila también debería serlo. Y con idéntico salario, por cierto. Parece absurdo afirmarlo, pero la lógica y el sentido común brillan por su ausencia más de lo que creemos.