Se acabó construir más hoteles al tuntún. Al menos, durante un año. La alcaldesa, Ada Colau, ha suspendido la concesión de licencias a los alojamientos turísticos, que incluye hoteles, apartahoteles, apartamentos turísticos, pensiones, hostales… lo que hace la alcaldesa es ampliar la moratoria, o si quieren, democratizarla, porque Trias ya había eliminado las licencias para apartamentos. Las patronales de los apartamentos se han alegrado de la decisión. También el Gremio de Hoteleros, consciente de que hay que cuidar al visitante. El resto, constructores y políticos que firman contratos con ellos, no tanto.

Ya se les ha echado encima toda la oposición y la Generalitat, a pesar de que la medida figuraba en el programa electoral e incluso en el plan de choque para los primeros seis meses de legislatura, que BComú lanzó meses antes de las elecciones. (¿Un político que cumple el programa electoral desde el minuto uno? No way!)

¿Qué se para? Una treintena de proyectos que habían presentado la solicitud de licencia, como el hotelito que Amancio Ortega quería abrir en plaza Catalunya o el previsto en la antigua fábrica Henkel. Se quedan también en el aire otros que habían empezado a maniobrar pero no habían pedido licencia aún, como el hotel de lujo en la Torre Agbar, del que os hablamos aquí, o el del Deutsche Bank, del que también os hemos contado tejemanejes aquí. Qué curiosa forma de proceder, ¿no? empezar a comprar y vender un hotel antes incluso de tener la licencia. O tal vez es curiosa la forma de proceder de los gobernantes hasta ahora…

¿Qué quiere decir exactamente la moratoria? Colau toma la medida de forma «preventiva, cautelar y provisional», con el objetivo de estudiar bien el estado del turismo para hacerlo sostenible, porque «ha generado tensiones». I tant. No sé si han estado en Venecia, pero la ciudad ha muerto y se ha convertido en un parque temático casi diabólico en algunas zonas. Barcelona, lejos de convertirse en la crueldad veneciana, sí avanzaba hacia ese modelo. La alcaldesa no quiere que haya «guetos» ni que ciertas zonas se conviertan en ese «parque temático que perjudica a los vecinos y disgusta a los propios turistas». Hasta The Economist ha recogido esa teoría de que el turismo masivo y barato acabará matándonos. Así que con la paralización de las licencias, el Ayuntamiento quiere coger aire para poner orden. Deberíamos esperar a la siguiente decisión para lanzarnos contra él o alabarlo. Una mica de paciencia no está nunca de más.