«La acción en favor del consumidor completa nuestra lucha política». «Queremos, mediante los aumentos salariales, incrementar la capacidad adquisitiva de los trabajadores. Si logramos reducir los precios, conseguiremos el mismo resultado». No, no son frases de ningún líder revolucionario. Eran las palabras de André Essel, cofundador de la Fnac en 1954. La abandonó en el 83, después de que la compra de gran parte de las acciones por empresas como el banco Paribas llevaran a la elección de un dirigente con poca pinta de seguir sus principios.

Desde entonces hasta ahora, todavía se han alejado más. Los trabajadores de la Fnac han convocado una huelga para mañana, 23 de abril, día del Libro, de Sant Jordi y de la cultura, para protestar por sus condiciones laborales. Denuncian el aumento de contratos temporales, a los que se acoge ya alrededor del 60% de la plantilla y que cobran aproximadamente 500 euros. Eso es violencia. Así lo denuncia CGT, el sindicato presente en el comité de prensa y rostros conocidos como Ada Colau, de la PAH, David Fernández, diputado de la CUP o Joan Tardà, de ERC.

La organización de los trabajadores está funcionando. No sólo hacen huelga ellos, también convocan una de consumidores, al más puro estilo Essel, que si no hubiera muerto en 2005 estaría muy orgulloso de cómo han reaccionado los obreros de la cultura. Al fin y al cabo, la acción del consumidor es fundamental en la lucha política. Y de los autores: una decena ya se han comprometido a no firmar en las instalaciones de la empresa.

Es fundamental el papel de quien escribe y de quien lee. La primera jornada de huelga, el 19 de abril, casi no tuvo impacto en las ventas, como reconocía la propia CGT, por esa rotación de trabajadores. Cuando se machacan los derechos laborales reconstruir la organización es un reto mucho más complicado. Si se cobra 500 euros en un curro temporal, pasan dos cosas: 1. Si uno está dispuesto a cobrar ese sueldo, es que no puede renunciar a él. 2. Si el trabajo es temporal, ¿qué sentido tiene comprometerse a una huelga y luchar por un puesto si es finito en el tiempo?

Merece la pena luchar por aumentar el sueldo y por convertir el trabajo temporal en fijo. Eso, al menos, en el corto plazo. Después, merece la pena luchar por mejorar las condiciones laborales en general, para nuestros hijos o los de nuestros amigos. No podemos seguir eligiendo entre paro o precariedad. Y más allá, merece la pena luchar por la cultura. Si no se aumentan los salarios, ¿quién va a invertir en música, libros, cine? Y sobre todo, porque esos son los principios con los que se fundó la Fnac. Y porque la Fnac vende precisamente eso, música, libros, cine. Cultura. Que la Fnac pueda volver a vanagloriarse de vender cultura merece la pena, ¿o no?