El año pasado, a propósito de la manifestación de la Diada, Mariano Rajoy oyó una «algarabía». Este año, después de la Via Catalana, lo que ha oído Sánchez-Camacho es una «mayoría silenciosa». Qué oído fino tienen los del PP, y qué memoria. Rajoy ya percibió la sonoridad sutil de la mayoría silenciosa que no salió a la calle para protestar contra los recortes, y antes, en 1969, fue el probo de Nixon el primero en aguzar el oído y darle voz a esta aglomeración de gente muda. En qué estado de paz y recogimiento viven los dirigentes del PP, adalides de la política mística, que oyen la voluntad callada de la población y no la sienten como un vacío, al contrario: este silencio a su alrededor les arropa y les refuerza. No oyen las protestas pero, en cuanto nos callamos, son todo oídos.

Pero, ¿qué significa que una mayoría se defina por su silencio? ¿Una población que, respecto a la mayoría de cosas, se calle? Podría parecer un ensueño político-musical del presidente, aunque de hecho parece más bien que haya sido su capacidad de silencio la que lo ha aupado hasta donde está, porque transmite el espejismo de la reflexión. Sin duda, es el imperativo categórico de su política: respecto a la mayoría de cosas, me callo (que recuerda a la respuesta sobre Bárcenas: “Todo es mentira, salvo alguna cosa”, y esta me la callo). Porque lo práctico del silencio es que es susceptible de interpretarse de cualquier manera: puede otorgar, pero, entonces, ¿qué otorga: lo dicho por el PP, por Assange, por Mickey Mouse…?; o puede ser el resultado de una mordaza. No se preocupen, parecen pensar, ustedes cállense que nosotros ya les diremos lo que quieren decir.

Es inquietante el estado mental de Rajoy, que cada vez debe de oír más voces místicas entre las paredes de la Moncloa, mientras escucha el silencio de 4’33» de John Cage, ya sin mayoría ni nada (“¿Bárcenas?” “Claro que voy a cenar, ¿invitas?”). Por supuesto, luego asegura que el pueblo se expresa en las elecciones. Pero ahí el silencio no lo oye: en la última encuesta de El País, la abstención ha repuntado hasta el 38%, ocho puntos por encima del PP y del PSOE. Eso sí, lanza ofertas de diálogo esquizofrénicamente… ¿también un diálogo con el silencio? ¿Qué tipo de oído necesitará el presidente? No se hable más: un oído absoluto.