Si os movéis frecuentemente por metro, en especial en zonas céntricas como Passeig de Grácia o Universitat, seguramente alguna vez habréis reconocido a algún miembro de la Patrulla Ciudadana BCN, también conocidos como “los cazacarteristas”, espantando a algún sospechoso de hurto mediante dos de sus elementos inconfundibles: un silbato para llamar la atención de los pasajeros y un cartel con la palabra carterista en varios idiomas.

No solo eso, es habitual encontrarse en redes sociales vídeos de personas anónimas identificando a presuntos carteristas en las inmediaciones del metro o por las calles. Normalmente en estos vídeos se repite la misma tónica: una o dos personas escapando de la cámara al grito de “ladrones”. Suelen tener bastantes likes y ser aplaudidos por la sociedad, ya que en los últimos años la sensación de inseguridad ha aumentado en Barcelona, según el último barómetro municipal.

Pero las cosas han cambiado mucho en un año. El departamento de Mossos d’Esquadra nos cuenta que “debido a la crisis sanitaria, el número de pasajeros en los metros ha bajado. Se evitan las aglomeraciones al cumplir las distancias de seguridad (dentro de lo posible) y ha bajado el número de turistas”. Por lo tanto, el modus operandi de los carteristas se ha visto afectado, ya que aprovechaban los descuidos y empujones para cometer los delitos. En consecuencia, la actividad de las patrullas ciudadanas también ha caído y han cambiado el transporte subterráneo por los centros comerciales. Así que ahora mismo, para los Mossos “estas patrullas son residuales”.

Desde BCN Més contactamos también con la Patrulla Ciudadana de BCN, proceso que se alargó en el tiempo ya que no atienden llamadas telefónicas por su seguridad. Al final conseguimos que su departamento de comunicación nos contestara a las preguntas por e-mail. Según ellos, “la pandemia ha obligado a emigrar a muchos delincuentes y a dispersarse a los que se han quedado, así que hemos tenido que desplazarnos a la calle o al bus y merodear por centros comerciales, donde los carteristas pasan desapercibidos, más aún por el hecho de tener que ir todos con la mascarilla protectora”. También alertan de que la L5 del metro continúa siendo “un foco de problemas” y cuando tienen el quórum suficiente para formar una patrulla, no se olvidan de “peinar el centro, en especial los aledaños de las tiendas que acumulan aglomeraciones”.

Pero los Mossos indican lo contrario y desmienten que las patrullas ciudadanas estén saliendo “desde antes de que se decretara el Estado de Alarma”. De hecho, subrayan que estos grupos ya en el pasado “no tenían una gran incidencia y habían provocado problemas de inseguridad porque señalaban a las personas que eran delincuentes antes de cometer el delito y avisaban a la gente, lo que generaba problemas a los transeúntes porque los sospechosos se encaraban”.

Entonces, ¿es esta la forma más adecuada de frenar la delincuencia? Como ciudadanos, ¿existen otras medidas para colaborar con los cuerpos de seguridad?

Sí que las hay. La plataforma Acció Raval, constituida legalmente, lleva años trabajando con la policía para detectar narcopisos en el barrio de El Raval. Saben a ciencia cierta que deben ir a la raíz del problema para evitar que la situación vaya a más y que los vecinos se terminen marchando del barrio. Ángel Cordero, portavoz de esta plataforma, explica que existen dos líneas de actuación, una con la policía de barrio, la Guàrdia Urbana, y otra con la policía de proximidad de los Mossos d’Esquadra. Esta última se define como un modelo policial que se caracteriza por “promover la participación del ciudadano” aplicando “el diálogo y la confianza” en los barrios. Es decir, que gracias a la escucha activa de las inquietudes y demandas del tejido comercial y de las asociaciones de vecinos, la policía puede iniciar una investigación donde hay sospecha de delito.

Gracias a la escucha activa de las inquietudes y demandas del tejido comercial y de las asociaciones de vecinos, la policía puede iniciar una investigación donde hay sospecha de delito.

Cordero afirma que “esta relación entre ambos cuerpos y el barrio da un resultado positivo, porque es más empática y personalizada. Al haber un contacto más directo, la percepción de que te escuchan hace que los vecinos se sientan más seguros, no como la denuncia en comisaría que es una situación más fría”. El cuerpo de seguridad de Catalunya corrobora que, en estos casos, “la ayuda vecinal ha sido muy importante para conocer dónde se activan los puntos de venta” y han trabajado las informaciones recibidas a través de la Comisaría de Ciutat Vella.

Volviendo a las patrullas ciudadanas, ¿son conscientes de que no tienen competencias legales para intervenir ni identificar a sospechosos?

Ellos dicen respetar “todos los procedimientos legales establecidos” y afirman que conocen los límites de la ley y cuando detectan “un incidente” llaman “a la vigilancia del metro o, si el caso lo requiere, a la policía”.

La Patrulla Ciudadana de Barcelona exige que se plantee un cambio de ley que subsane este problema que lleva existiendo desde hace años y que perjudica a la ciudadanía. Para ellos, esto debería ser “una prioridad”, aunque entienden que “la situación pandémica haya relegado la mayoría de temas que no estén relacionados con las medidas sanitarias o económicas”. Sin embargo, el pasado mes de julio, el conseller de Interior, Miquel Buch, presentó un balance del plan de acción Tremall, en el que identificaron los perfiles de aquellos multirreincidentes que tenían detectados en la ciudad, recogiendo los máximos indicios con el objetivo de frenar la inseguridad. Además, los Mossos afirman “ser conscientes de que existe otra ciudad suburbana” y que también “existe un Área de Seguridad del Transporte Metropolitano (Asmet) formada por policías de paisano y uniformados que patrullan en el metro y autobuses e investigan cualquier delito que sucede en toda la red ferroviaria”.

El debate es largo y los cazacarteristas han ocupado un amplio espacio mediático en los magazines de televisión durante un tiempo, antes de que el coronavirus acaparara toda la atención. Sin embargo, desde los Mossos quieren aclarar que cualquier colaboración ciudadana siempre debe estar en el marco legal y que “la competencia en seguridad es exclusiva de la policía”. Explican que hay tres vías legales para ofrecer información a los cuerpos de seguridad de cualquier sospecha de un posible hecho delictivo: el 112, que atiende cualquier incidencia y es la más rápida, acudir a una comisaría para informar de un delito flagrante o hablar con el referente de la policía de proximidad que mencionamos antes. Las herramientas están, aunque no todos las conozcan. La colaboración vecinal, sin necesidad de silbato, debería funcionar.