Ah, llega el verano, temporada de viajes en coche para huir de una metrópoli tomada por extranjeros. Efectivamente: estamos obligados a convertirnos nosotros mismos en turistas si queremos evitar la masa inaguantable de turistas que nos invaden.

Para colmo, esta huida hay que hacerla por autopistas de peaje, a no ser que nos queramos arriesgar a una muerte por aplastamiento camionero en una carretera nacional. Y lo peor de las autopistas de peaje no es el hecho de tener que pagar. No: es el hecho de tener que parar para pagar. Parar a lo mejor en una cola —sobre todo en verano— donde hay que aguantar el típico turismo extranjero de delante al que no le funciona su tarjeta de crédito, para finalmente tener que volver a acelerar, contaminando así aún más la atmósfera. Recuperar cruising speed con un coche vintage de los 80 y un motor de 75 caballos, cuando vas cargado hasta las cejas para hacer camping, cuesta mucho tiempo y esfuerzo.

El otro día, volviendo de un finde en el país valenciano, con mi pareja haciendo su turno al volante, nos pasó algo muy curioso. Estábamos llegando al último peaje, aquel donde hay que introducir un tique previo pago, y al abrir la ventana cuando aún faltaban cientos de metros para el peaje, se le voló el tique de la mano. Lo vimos volar describiendo espirales y caer detrás nosotros en la calzada. ¿Qué hacer entonces? ¿Marcha atrás hasta el sitio donde se encuentra para buscarlo? Muy mala idea. ¿Salir del coche con un chaleco de seguridad y caminar atrás? Peor idea aún. Lo único que nos pareció razonable fue meternos en la cola de los que pagan en metálico, donde hay una persona física, y explicarle lo que nos acaba de pasar. Igual tenemos que pagar un trayecto desde Algeciras en lugar de Valencia, pero en fin, es lo que hay.

Cuando le explicamos al trabajador lo ocurrido, introdujo nuestra matrícula en su ordenador, nos informó que habíamos entrado a la AP-7 en Sagunt, y nos cobró igual que si hubiéramos utilizado el tiquet. Tardamos solo un poco más que en una parada normal. Nos quedamos un poco perplejos al principio, pero en seguida nos dimos cuenta de que unas cámaras registran la matrícula de cada vehículo que entra en una de estas autopistas. Por tanto, el tique no es realmente necesario. Ni si quiera es necesario parar, o incluso ralentizar la marcha, en el caso de tener Teletacs: si las cámaras de hoy en día son capaces de registrar la matrícula de un loco de esos que circula a más de 200 —ya sabes, esos terroristas de alta cilindrada—, entonces ¿para qué coño estamos obligados a parar cada dos por tres en los peajes? Si registran nuestro paso, nos podrían enviar una factura bimensual, y al menos así no contaminaríamos tanto la atmosfera y nos ahorraríamos un tiempo de veraneo muy valioso.

¡Otro peaje es posible!