Doctor Astur, deme una buena razón para ser artista. Luis, Barcelona

 

Podrías darte mil razones que resultarían una justificación válida ante una acusación que nadie te ha formulado. Pero te voy a dar las mías, las más sencillas, que he alcanzado después de muchos años de pajas mentales: Yo comencé a escribir para intentar follar. Luego, continué haciéndolo para tratar de merecérmelo.

 

De nada.

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Don Manuel Astur, estoy preocupado. Soy músico y conocí a mi novia porque le gustaba mi grupo. Al principio todo era perfecto, pero de un tiempo a esta parte, parece molestarle que me dedique con tanta intensidad a lo mío, a lo que en un principio le gustaba de mí y trata de caparme y convertirme en un hombre normal. El caso es que la quiero, pero no sé qué hacer. Dígame algo. Pau, Barcelona

 

Querido Pau.

Lo que me cuentas es muy normal, como bien sabrás; aunque los tópicos, cuando somos nosotros los que los vivimos, no nos parecen tales.

 

Lo más probable es que el problema sea tuyo y no te des cuenta de que eres un auténtico cretino. Reflexiona. ¿Realmente estar todo el día de fiesta y ponerte hasta el culo con wannabes de la música que a la hora de la verdad nada te aportan es dedicarte a lo tuyo? ¿Es necesario hacer siempre lo que quieres enarbolando como justificación la bandera de tu supuesto arte? ¿Sientes que la quieres más los días que estás de resaca y te da mimos? Si es así, solo te puedo aconsejar que la dejes. Le evitarás muchos sufrimientos innecesarios, y, además, no la quieres: al menos ni la mitad de lo que te quieres a ti mismo.

 

Pero también puede ser que tu novia sea lo que yo llamo una “mujer bárbaro”, que son ese estilo de mujer, muy normal en el ambiente artístico, que, como estos, los bárbaros, disfrutan asediando castillos hasta que caen rendidos, tras lo cual los saquean y los dejan abandonados, por el simple placer de demostrar que no eran, como ellos creían, inexpugnables. En tal caso estás jodido: ríndete y deja que lo destroce todo para que se canse cuanto antes y se vaya en busca de nuevas conquistas.

 

En mi opinión, muchas mujeres –y perdonen, damas, la tremenda generalización, no es mi intención ofender, sino poner unos buenos cimientos; además en otras entregas prometo generalizar sobre los hombres– sienten, en un principio, de un modo casi inconsciente, por el músico, actor, escritor o por cualquier hombre que se exponga al público, la atracción por el gladiador que se juega la vida y, después, cuando ya lo tienen, aman al hombre asustado y no pueden evitar querer salvarlo de los leones, convencerle de que deje de apostar la vida por nada.

 

En cualquier caso hay mujeres para todas las enfermedades. Son como las medicinas; algunas son maravillosas y nos curan incluso el Alma, pero otras son buenas para alguna pequeña enfermedad pero terribles para todo lo demás y hay que dejar el tratamiento. También, por supuesto, hay mucho tipo de enfermo, piénsalo bien y trata de descubrir qué clase de paciente eres tú.

 

Sospecho que no te he sido de gran ayuda, pero solo se puede hablar del dolor mientras duele, y yo, gracias a la mujer de la que llevo dos años enamorado, no tengo ni la menor de las jaquecas.

 

Salud y ánimo.