En Barcelona, septiembre 2018. Mientras leéis estas líneas, Barcelona ya tiene 200 kilómetros de carril bici. Es como para celebrarlo, ¿no? ¿Habéis visto esas intersecciones, esos ceda el paso y semáforos exclusivos para nuestras dos ruedas? Me sube la bilirrubina solo de pensarlo. Desde que empezó el año, se han inaugurado 22 carriles y aún mejor, se ha apostado por conectar los que ya había o por hacerlos más seguros. Yo todavía me emociono cuando voy de Paral·lel a Colón en mi bici. Parecería el norte de Europa si no estuviera sudando la gota gorda.

Cuando Colau llegó al poder, había 116 kilómetros de carril bici. Eso quiere decir que se han inaugurado algo más de 2 kilómetros al mes desde que es alcaldesa. O que a día de hoy, el 90% de la población tiene un carril a menos de 300 metros de casa. Un día fui de Poblenou a Poble Sec sin salir del carril bici y llegué a casa como si hubiera ganado el Tour de Francia.

¿Qué carriles nuevos son esos? La lista es larga, pero algunos son muy reseñables. Bien, tramos de Gran Via, como el que va entre Aribau y Vilamarí, que ahora va por la calzada y protegido. La subida de plaça Espanya al MNAC con uno de esos carriles bidireccionales en medio de la calzada. Ese trozo zombi junto al Mercat de Sant Antoni entre Manso y Tamarit que ahora tiene hasta más de dos carriles. Incluso en el Parc Logístic de la Zona Franca se han conectado las calles 2 y 3 para que se pueda ir a currar en bici.

Eso sí, bajemos un poco los humos porque tampoco van a ser todo celebraciones. Aunque todavía quedan 13 carriles por inaugurar, a partir del 1 de enero de 2019 sí que se aplicará la prohibición de circular por aceras si el ancho no supera los 4,75 metros y se dispone, al menos, de 3 de espacio libre. Las bicis pagando el plato de las terrazas.

Hasta ahora, la moratoria a esa ordenanza de circulación permitía que se circulara por aceras de 4,75 metros siempre que no hubiera carril bici disponible. El revés de esta moneda es que el Ayuntamiento cree que con los nuevos carriles, el refuerzo de los que existen y la pacificación de algunas zonas, como las superillas, se dan ya las condiciones para que las bicicletas bajen a la calzada. Los 84 kilómetros de esta legislatura están bien, pero Barcelona sigue estando lejos de ser una ciudad fundamentalmente amiga de las bicis.

Así que, querida, ahora se reducen tus opciones en acera. Solo podrás circular por ellas si tienen más de 5 metros de ancho y 3 de espacio libre. Que, claro, todas llevamos el metro encima para encontrar esos 0,25 metros de más que nos harán legales. También si el carril bici está, efectivamente, sobre la acera y en ese caso, a un máximo de 10 km/h. O si circulas de noche, entre las 22h y las 7h en aceras de más de 4,75 metros donde 3 queden libres. O si eres menor de 12 y te acompaña un adulto. Vamos, que o sales con el citado metro o a la calzada y punto.

Entre esos próximos carriles que nos sentirán pedalear en breve, hay planificados recorridos jugosos, a destacar: la ronda Sant Pere, que conectará por fin el carrer Girona con el passeig de Sant Joan. O las aceras de la plaza Letamendi, que una baja de Enric Granados y parece que entra momentáneamente en el rally París-Dakar. Hay otros, como conexiones entre Maria Cristina y Diagonal o la Avenida Meridiana, que también tienen buena pinta para huir del centro.

No está mal la iniciativa, pero esconde una de cal y otra de arena. Lo único bueno es que las multas pueden convalidarse con servicios a la comunidad. ¡Ah! Y antes de despedirme, voy a ponerme quisquillosa nivel “señora, usted está circulando por una acera de 4,75 metros y no de 5, he aquí su multa”: en el anuncio del Ayuntamiento de Barcelona, el ejecutivo dice trabajar por combatir los niveles de contaminación del aire, el ruido que produce el tránsito, los índices de accidentes viales y –wait for it– la falta de verde en la ciudad. El Plan de Movilidad Urbana quiere aumentar los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte público. Muy bien, esto puede ayudar a luchar contra los frentes del Ayuntamiento, o contra casi todos, porque ¿cómo vas a aumentar el verde si no te marcas parques y cuando te marcas plazas las haces grises y duras como la de Josep Maria Folch i Torres en el Raval?