C/ Luis Antúnez 11 Gràcia
Se dice, y ya se sabe, que en la sencillez están la belleza, la elegancia y el gusto. Que cada cual se aplique este credo popular como quiera. A mí me va de perlas trasladarlo al mundo gastro y sus entresijos. Para hacer una valoración de un/a cocinero/a o un restaurante creo, fervientemente, que no hay nada como comprobar su dominio de las bases o, en el caso que nos atañe, probar su receta más simple. Así, sin florituras, es difícil que puedan engañarnos y la verdad queda al descubierto. Apliqué esta regla en Raffaelli Ristorante, ubicado en el barrio de Gràcia.
Allí exploran el recetario de la Toscana, de donde son originarias las hermanas Greta y Gioia Raffaelli. Vaya sorpresón, y qué riqueza culinaria aguarda en estas tierras. En su local, un decorado propio de bistrot acogedor y familiar —de hecho suele estar a petar de familias y habituales, lo que siempre, siempre, es buena señal— pedí sus “sencillos” espaguetis con almejas, tomatito fresco, perejil y guindilla. “OMG, no-ase-falta-decir-nada-más.” Al dente, picantillos, con la cantidad justa de intenso aceite, tremendamente sabrosos. Más que dar gusto, hacen que grites: “Mamma mia!”.
Pero no es todo, se me abrió el estómago y no pude resistirme a probar los —un poquitín más elaborados— tagliatelli de Sandro con huevo duro, espárragos y trufa confitada. De nuevo, fuegos artificiales, por algo la pasta fatto in casa (casera) es la gran especialidad de las Raffaelli. Sin embargo, tras hincar el diente (me puse fina) a su pizza fritta margherita no tuve claro si en mi próxima visita (porque garantizo que volveré, y más de una vez) sería pasta o pizza. ¡Vaya con el dilema! Acabas teniendo que desabrocharte el pantalón, pero la mar de feliz. De eso se trata.
[mapsmarker marker=»659″]