Ahora que ya hemos abierto el Mercat de Sant Antoni, ¿qué? ¿Cuándo quitamos las carpas de la Ronda? Pues es algo que sucederá entre que lees esto y vuelves a abrir la edición de septiembre, pero atenta, no solo. El Ayuntamiento se ha remangado la camisa y se va a meter de lleno en la transformación de la calle para que los protagonistas sean “el viandante, la bicicleta y el transporte público”. Una nueva Ronda Sant Antoni. Escudriñemos.

Mejor empezar por las desilusiones: la reurbanización se hará en dos fases y de aquí a las próximas elecciones, en mayo de 2019, se va a modificar el tramo que va de Urgell a Floridablanca. Vamoavé, que Colau es una alcaldesa diferente, pero no va a escapar a la célebre enfermedad de los ídem que se presentan a la reelección, consistente en dejar la ciudad estupenda a dos días del inicio de la campaña electoral. El segundo tramo hasta Universitat “se afrontará en el siguiente mandato”. Si vuelve a ganar Barcelona en Comú, cabe añadir.

Se han presupuestado 5,6 millones de euros para acometer lo siguiente: ensanchar la acera, para cuya amplitud se requiere dejar un solo carril por sentido para coches y otro bidireccional para bicis en el centro de la calzada, de esos que evitan que los peatones se te echen encima. Hasta ahora, en ese tramo, hay dos de bajada y uno de subida para el tráfico rodado. El Ayuntamiento promete que será un nuevo “eje pacificado y verde”, con zona reservada a la carga y descarga.

Entre el mercat, la superilla y la ronda, las vecinas ganaremos espacio y se lo quitaremos al coche. Frente a todo el miedo a la especulación que puede generar y antes de que lleguen los buitres, ¿alguien más se siente con más espacio y claridad mental cuando camina por espacios más anchos, desde los que se ve más cielo, sin mirar constantemente si viene un coche o se choca con otra gente? ¿Alguien más piensa mejor con menos ruido de motores y más horizonte peatonal?

Los criterios para renovar la calle de esta manera y no de otra se han consensuado con las vecinas y comerciantes en dos sesiones de trabajo, según el ejecutivo municipal. Esto quiere decir que bueno, que más o menos. Después de hablar con varias asociaciones del barrio, podemos decir que más bien se trató de convocatorias abiertas a las que cualquiera podía acudir a hablar de su libro. Sea como fuere, la conclusión satisface en principio a las vecinas: “Si no tienes coche, no te puede parecer mal”, concluye uno de los miembros de la Associació de Veïns del Barri de Sant Antoni.

Este primer tramo se pondrá patas arriba cuando se quiten las carpas provisionales –una de esas expresiones que puede abarcar desde días a años– del Mercat. Concretamente, a finales de septiembre. En principio –más eufemismos–, las obras deberán acabar en mayo, ocho meses después. Sí, coincidiendo con las elecciones municipales. Así que en este caso podemos decir que casi casi seguro que terminarán en tiempo y forma, que la campaña apremia.

¿Qué desaparece de lo que hay ahora? Un carril de circulación de vehículos a motor. Es necesario que exista al menos un carril en cada sentido en cualquier caso porque, como apunta un vecino, la ronda es la salida del Raval. También será salida de autobuses en otro intento de reducir tráfico y contaminación. Hasta ahora, la gran mayoría de las líneas giraban hacia Sepúlveda cuando bajaban de Gran Vía, dando un voltio interesante para acabar por Parlament o el Paral·lel. Su frecuencia y recorrido podrían ser bastante mejorables si el carril unidireccional del futuro llega hasta el Mercat, por donde ahora están esas carpas provisionales en extinción.

La Ronda Sant Antoni, con la de Universitat y la de Sant Pere, se construyó en 1854 sustituyendo a las murallas de Barcelona. Las tres formaron una primera circunvalación para la ciudad. Ahora el Ayuntamiento de Colau quiere que sea también una calle para “funciones sociales, interacción, estancia, salud, recreo y para incrementar el verde urbano”. ¿A quién le puede parecer mal?