Como cada año a las puertas del Día del Libro, busco entre las espinas de las rosas y las escamas del dragón para hacerle al lector un puñado de proposiciones indecentes, es decir, un poco más vivas y bastante menos previsibles que las que encontrará en la mayoría de listas de recomendaciones de compra en medios y cadenas de librerías. Y digo bien, de compra, y no necesariamente de lectura, pues no pocos de esos bestsellers terminan tras cada Sant Jordi en los anaqueles de, por ejemplo, personas con amigos poco originales a la hora de regalar libros.

 

En esta ocasión me he centrado en editoriales radicadas en Barna, pero sin distinguir entre grandes, pequeñas, veteranas, nuevas, convencionales o “indies”, porque al final sólo cuenta el examen supremo, el íntimo cara a cara entre libro y lector, quien en ese instante no sabe de sellos ni catálogos y sólo responde a la seducción del texto. Si prefiere otra ración de sombras de Grey, un mamotreto sobre detectives templarios o el nuevo libro de autoayuda de la presentadora de la tele, es su problema, pero como dijo alguien muy listo, si vas a casa de tu último ligue y no tiene unos cuantos buenos libros en la estantería, ni se te ocurra acostarte con él.

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