Se estrena esta columna con la intención de relatar los detalles más mórbidos de lo que pasa en el barri més dark de la Ciutat Comtal. Y también para que su autora haga un upgrade en la vida: de vecina indignada (y enamorada a partes iguales) a corresponsal experta en asuntos posrománicos.

No, no hablaremos de turistas borrachos en este número. En lugar de eso, me gustaría sacar a la luz la verdad sobre una realidad desconocida en la agenda mediática actual: el admirable milagro de la multiplicación de sex shops en el Gótico.

En un radio de 200 metros alrededor de nuestra corresponsalía existen 6 tiendas dedicadas a juguetes sexuales. Y más que vendrán. ¿Coincidencia? I don’t think so. Los más cínicos lo explicarán con el turismo de despedida de soltera —un paso más para alimentar el negocio millonario de pollas de plástico y tangas masculinos fluorescentes. Pero estadísticas recientes pueden echar por tierra estas teorías de la conspiración.

Según los números censales, el barrio Gótico es el barrio con menos niños de toda Barcelona —solo un 8,5% de sus habitantes tienen menos de 14 años. Un desastre si lo comparamos con el 20% de niños y preadolescentes que componen ese barrio fuente de vida que es Diagonal Mar.

A su vez, los habitantes del Gótico son mayoritariamente adultos, un 69% tienen entre 25 y 64 años, lo que abarca la edad media para ser padre o madre. ¿Qué está pasando en el Gótico? ¿Por qué no procreamos? ¿Será porque no queremos traer un bebé a un mundo donde los sombreros mexicanos conviven con los vestidos de sevillana? ¿O porque nos supondría un gran desgaste físico tener que hacer kilómetros hasta encontrar pañales baratos? ¿O porque no caben más seres humanos en nuestros piso de alquiler a 100 euros el metro cuadrado?

Como estos tópicos son de una dificilísima gestión pública, tenemos que entender la proliferación de sex shops dentro de una política de natalidad alternativa: “Acelerador de Rejuvenecimiento de Población – Programa Follar Más”. No lo he investigado suficientemente, pero seguro que existe una especie de incentivo fiscal detrás de tantos consoladores. Otras acciones complementarias pasan por fomentar el ruido y manteneros despiertos en vuestras camas de madrugada para que folléis más, claro. ¿Que os falta un poco de fuego en vuestra relación? ¿Por qué no pasar la noche en uno de los quinientos hoteles con SPA que tenéis a vuestro alrededor?

Existen métodos contraceptivos y lo saben, pero nos movemos en el territorio de las probabilidades —siempre habrá accidentes— y de aquí a unos años veréis millares de niños corriendo Rambla abajo, felices porque sus padres han podido comprar un aceite de masaje de sándalo de camino a casa.