Suele oírse en manifestaciones, ‘¡explota la ETT!’. Sus sedes suelen ser las víctimas, junto a los bancos, de actos vandálicos durante las manifestaciones desde que el mundo es crisis. El argumento de quienes apoyan a las Empresas de Trabajo Temporal suele ser que dan trabajo aunque sea precario, que menos da una piedra, que el mundo es así de cruel, no lo han inventado ellas… bien. En Cataluña, el mejor de los años para las ETT ha sido 2014. Han aumentado su actividad como nunca en los últimos diez años, con la firma de 71.000 contratos más que el año anterior.

La economía mejora y a la vez, la temporalidad se consolida. Lo reconocen las propias ETT y claro, los sindicatos. El mercado laboral que conocimos ya no existe. Aquí va el dato: uno de cada cuatro nuevos contratos dura una jornada o menos. Y hay más: más de la mitad no superan los diez días. Los datos los da el Departament d’Empresa de la Generalitat. ¿Cómo vamos a consumir así? ¿Quién sale de la crisis sin poder planificar su economía? ¿Cómo hacerlo si no se conocen los ingresos ni de lejos? A las ETT, por los beneficios que obtienen por contrato, les interesa que sean cuanto más cortos mejor y son expertas en trocear el trabajo. Repartir las miserias.

Quien no sufre miseria ni media es Jordi Pons Coma. Directivo hasta hace horas de Mutua Universal, se ha llevado una indemnización por despido de 569.191 euros. Que uno puede quejarse de lo desorbitada, así sin más, pero es que resulta que además el tipo está imputado por un fraude de 200 millones de euros que se habría embolsado de dinero público procedente de las cotizaciones sociales. ¿No es fantástico el mundo? Usted cotice, aunque sea un día, que al que cometa el fraude lo despedimos con todo nuestro amor.

La Seguridad Social ha intentado que se embarguen sus bienes para que pueda hacer frente a la condena si ésta se produce, antes de que un posible ingeniero de la malversación decida declararse en quiebra. El juzgado de Barcelona que lo estudia, no lo ve necesario. Veremos si ve necesario congelar la indemnización, que, por cierto, la da una mutua sí, esas sociedades que no pueden tener ánimo de lucro.