En nuestro siglo, la censura ya no se ejerce a través de un Ministerio de la Información. En la era de Internet, donde la información vuela, la censura, de todos los tipos, la implanta el poder con su dedo mágico, destinando las subvenciones aquí o allá. Aquí y no allí. Así, el dedo de Trias decidió que a la Fundación Pro Vida le correspondían por su reconocida tarea de «atender a las mujeres en gestación en situación de necesidad social», 20.000 euros en 2014. Es una asociación antiabortista.

Seguramente, el dedo de Ada Colau se dirija en otra dirección cuando toque decidir si se mantiene o no el destino del dinero, y esperemos que sea participativo el proceso para señalar el camino de la ciudad. Y ya de paso, un Portal de la Transparencia más accesible, en el que podamos enterarnos con más facilidad de que el Mobile World Congress se lleva 5 millones o de que la Fórmula 1 acapara 4, sin que tengan que venir otros medios como Crític a hacer un trabajo que corresponde a la publicidad del Ajuntament.

O como el trabajo que hemos hecho en BCN MÉS. Atentos al número de junio que llega a las calles este miércoles, porque en él desvelamos cómo funciona el ICUB, encargado de repartir las subvenciones culturales. Y hay sorpresas, muchas sorpresas. Tantas que, como medio independiente, nos pueden llevar a quedarnos solos y sin pasta publicitaria por morder la mano de las grandes entidades culturales de la ciudad. Pero lo primero es lo primero y el tráfico de influencias en cultura es tal que teníamos que contarlo. Estad atentos: el miércoles podréis saber más acercándoos a recoger vuestro ejemplar gratis en estos puntos, y sino, también podéis suscribiros al papel. Creo que os vamos a necesitar.