Martes. Madrugón y ocho horas trabajando. Salir de la oficina con la camisa incómoda, el traje embutido y los malditos tacones. Y otra hora en la cola del súper. Un rato en el gimnasio podría funcionar para desconectar del mundo. Decidido. Champú, toalla, chanclas, leggins, camiseta cómoda, calcetines y zapatillas de running. Tres pisos hasta llegar al vestuario. Odiosas escaleras en tacones. El deseo de cambiarlos por las bambas va en aumento. ¡Ah! Te has dejado el sujetador deportivo en casa, pero bueno, no importa si un día utilizas el normal.

Miércoles. Se repite el patrón. Esta vez, sin embargo, las que se han quedado en casa son las zapatillas. No se puede correr en la cinta con tacones. Poderse se puede, pero no acabaría bien. Vuelta a casa, porque sin el sujetador correcto puedes pasar, pero sin los zapatos adecuados no.

El 75% de las mujeres que practican deporte de forma regular no utilizan un sujetador específico, según un estudio realizado por la Universidad de Edimburgo. Sí llenan el armario de zapatillas según su funcionalidad, en cambio.

“Cuando no tenía información sobre esto, elegía el sujetador deportivo que me gustaba estéticamente. A lo largo de los años practicando deporte con ellos me daba cuenta de que acababa con dolor de espalda.” La velocista Carmen Sánchez reconoce que el sujetador deportivo es una prenda de su día a día casi tan importante como sus zapatillas. Casi, porque sin ellas no cree que pudiese competir, pero sin el bra podría planteárselo, aunque de primeras le parezca “raro”.

Después de identificar que no todos servían para su deporte, empezó a indagar sobre el tema. “Me di cuenta de que para la cantidad de movimientos que hacía necesitaba un sujetador con una sujeción concreta”. Y al preguntarle sobre los “ligamentos de Cooper”, los reconoce gracias a un vídeo formativo que encontró por su cuenta.

A una deportista profesional, que compite con la Selección Española y que necesita un sujetador deportivo todos los días, nadie le ha explicado personalmente lo que puede llegar a suponer no utilizar la prenda correcta. Los ligamentos de Cooper son los encargados de mantener el tejido mamario y evitar que se hunda bajo su propio peso, pues perdería su forma y contorno normales. Su desgaste o rotura puede significar lesiones importantes en las mujeres, ya que, si se destensan, su recuperación es irreversible y provocaría una caída prematura del pecho. La falta de investigación, pero sobre todo de divulgación sobre la salud física de la mujer deportista tienen la culpa de gran parte de estos dolores.

¿Por qué la sujeción del pecho de una mujer sigue pareciendo un tema tabú? Si buscas, encuentras información, pero sólo si buscas. ¿Por qué existe tan poca literatura científica sobre el tema? ¿Por qué no hay nadie que ponga el sujetador deportivo encima de la mesa? Ni siquiera lo hacen quienes lo usan. Y si lo hacen, ¿por qué parece que nadie lo sepa? Efectivamente, estamos ante otra discriminación de género.

Si nos remontamos a los 70, década en la que se inventó el sujetador deportivo, encontramos su historia con un cierto tono irónico. La idea del sujetador deportivo nació a partir del suspensorio de un hombre, es decir, a partir de un tipo de calzoncillo diseñado para proteger los genitales masculinos cuando practica deporte. Invirtieron las tiras del suspensorio, colocaron unas en la cintura y otras por encima de los hombros.

El prototipo se llevó a cabo diseñando el primer sportsbra, que más adelante se convertiría en un imprescindible de las marcas de ropa deportiva. Casi cincuenta años después, pocas colecciones de ropa no incluyen uno de ellos pero a diferencia de las zapatillas, sólo hay tres clasificaciones según el impacto que supone el deporte que se va a realizar (alto, bajo o medio impacto), según la forma o la compresión. Los hay de todas las fibras, formas y colores. Algunos más sostenibles que otros y la gran mayoría producidos lejos de aquí.

En Estados Unidos está la mayor cuota de mercado, con un 30%, seguida de Europa con un 28%. Según el informe del Mercado de sujetadores deportivos y prevenciones 2020-2026 , en 2020 el mercado de sujetadores deportivos tiene un valor de 7.795,6 millones de dólares y se prevé que en 6 años se duplique hasta alcanzar los 16.000 millones. Demasiada inversión en tecnología, opaca la inversión formativa.

El movimiento del pecho de las mujeres ha sido sexualizado y categorizado como una imagen deseada por el hombre desde los anuncios de publicidad más antiguos y sexistas. Siendo, a su misma vez, una razón para deportistas femeninas para no salir a correr. La solución a todo: el sujetador deportivo. Existe tanta diversidad de la prenda como mujeres en el mundo, y, sin embargo, parece que los únicos que lo sepan sean los gigantes de la industria, pues son quienes divulgan la poca información que está al alcance de la deportista. ¿Dejará de ser una cuestión de marketing para empezar a ser médica?