Me llamo Odón y vivo el sueño, ¡mi sueño! Qué bien me vendría ahora un emoji de carita irónica, ¡leches! Soy autónomo de mierda, of course, y soy el creador, diseñador, productor, director de arte y de operaciones, chico de la limpieza, director general y director honorífico, soy el comercial, social media, carpintero, enlace sindical, seo, gestor, becario, fotógrafo, asesor legal, webmaster, secretario, transportista y todo lo demás, tras otven handmade: un proyecto unipersonal empecinado en la creación de souvenirs honestos. productos hechos a mano de forma local y sostenible inspirados por el arte, la cultura, la artesanía y la tradición local, pero con técnicas, acabados y presentación actualizados y de calidad.

Según la RAE, artesano se usa “modernamente para referirse a quien hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello personal”. Y local, “perteneciente o relativo a un territorio, a una comarca o a un país”. Ea, pues yo hago objetos imprimiéndoles un sello personal y pertenezco a un territorio, a este territorio. ¿Soy artesano local?

Pues vamos a ver: el organismo que regula y vela por favorecer la modernización y adaptación al entorno actual de la estructura artesanal de Catalunya en todos sus ámbitos, el Consorci de Comerç, Artesania i Moda de Catalunya (CCAM), considera artesanía solo aquellas actividades incluidas en el Repertorio de familias de oficios artesanos, definido en el Decreto 182/2014 sobre la actividad artesanal. Ops, la cosa se complica, pero ya se sabe, las cosas de palacio… En mi caso, cuando intenté entrar en el palacio, por lo visto, no me informaron correctamente; la estampación manual no es artesanía, pero grabar sellos para estampar sí. En fin, ¿es importante ser artesano local en Barcelona? Creo que no es suficiente un carnet para sobrevivir en la jungla.

Todo empezó hace unos años tras la enésima visita al conjunto románico de la Vall de Boí y su flamante y novísimo Mapping que redibuja las alucinantes pinturas del s. XII de Sant Climent de Taüll. Completamente flipado y con la mirada inquisitiva del Pantocrátor todavía grabada en mi retina, me di cuenta de que no había ni un puñetero recuerdo que me inspirara comprar. Ni regalado, oiga. Nada local. Nada hecho a mano. Nada actual. Nada.

Así, de la forma más inesperada y natural, decidí que tenía algo que aportar. Ideé y creé mi primera colección, “El romànic, avui”, basada en el grabado de sellos y la estampación manual sobre papel, tela y madera, que el Centre d’Interpretació del Romànic de la Vall de Boí recibió con los brazos, y las vitrinas de exposición, abiertos. Nos dimos la oportunidad de ofrecer productos hechos a mano de forma local, de calidad y honestos. Y funcionó, nuestra historia de amor continúa. ¿El secreto? Mucho cariño, un coste de producción limitado y una comisión ajustada pero equitativa para el punto de venta, al que le aporta beneficios sin doblar el precio de venta. De esta manera, un original hecho a mano localmente se convierte en una alternativa real para los visitantes, frente a los productos industriales con costes de producción y precios de venta al público muy inferiores. Además, derivando alguno de los procesos de producción a empresas jóvenes de la comarca, genero riqueza en el entorno, ¡BINGO! Los puntos de venta para mis productos serían, pues, centros de información y/o culturales cuyo fin no sea la venta de productos, sino la divulgación del arte y la cultura. Pero varios meses y muchos buenos intentos después me quedó claro que a las oficinas de turismo le parecía una competencia desleal para los negocios de la zona que se dedican a la venta de souvenir. Aquellos negocios cuyo objetivo principal, evidentemente, es ganar dinero y que por norma general prefieren productos manufacturados con los que obtienen mayores beneficios. Made in China 1 – Locales 0.

Quedaba un lugar donde mi colección del romànic podía encajar perfectamente; nada más y nada menos que el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). Animado por el Centre del Romànic presenté mis productos y los aceptaron. ¿Y ya? No, no, ese fue solo el primer bache ya que la gestión de la tienda del MNAC y la de otros 15 centros culturales de Barcelona, Madrid, Sevilla o Málaga, está derivada a una misma empresa externa, que tenía la última palabra. Varios meses y dos entrevistas más tarde, con unos 10 productos que se cayeron del catálogo y un cambio radical en el etiquetado, me dieron el ansiado sí. Y también me dieron el susto: 150% de comisión por la venta de mis productos. Pellizcadme, ¿estoy soñando? Es decir, el mismo producto en el Pirineu se vende por 6€, en el MNAC se vende por 15€ y yo gano lo mismo; algo menos de 5€. No vendo casi nada, pero vacilo mogollón con mis productos en el MNAC. Lástima que el vacile no pague el alquiler.

Con la lección aprendida y las comisiones para el punto de venta muy presentes, ideé mi segunda colección, OTVENtiles Barcelona, reproducciones a escala de los brutales suelos hidráulicos de la ciutat, mediante el grabado de sellos y la estampación manual sobre madera de caja de fruta reciclada. Orgulloso, cargué la mochila con mi flamante nuevo catálogo, un muestrario completo, kilos de ilusión, y me fui a patear la ciudad buscando lugares apropiados para mis cositas.

Y me encontré de todo: tiendas dispuestas a hablar y tiendas que no quisieron ver mi producto, tiendas con sensibilidad por el hecho a mano y tiendas con alergia a la artesanía, tiendas de hoteles, comisiones altas, comisiones abusivas y más, mucho más. Tras el casting, mutuo, decidí probar con 3 tiendas, muy diferentes entre sí:

Primero di con las tiendas de hotel, yeah!!! Me dirigí a un hotel de diseño en el Raval que hace zapatos y también comida japo guayses, y aceptaron el reto de poner a la venta mi nueva colección. Funcionó a medias, quizá porque la tienda era una nevera de carnicería, quizá porque no era el lugar y tras unos meses de pocas ventas, decidí retirar los productos y llevarlos al siguiente nivel en mi estrategia comercial: las tiendas de diseño local.

COCO Concept (Junta de Comerç, 17) tiene una selección de productos cuidada, con un toque creativo, más enfocada a la decoración y al público local. Mis productos, al ser hechos a mano, disfrutan de una comisión del 40%. Creedme, 40% es una comisión buena, a tenor de los demás acuerdos. Me siento a gusto, aunque esté a dos minutos escasos de la Rambla, no tenga demasiada afluencia y las ventas sean discretas.

La segunda tienda de “diseño local” está muy bien situada en el centro de la nostra ciutat. Con gran afluencia de público y cada vez más enfocada al turismo, cobra una comisión del 50% para todos; locales o made in China, handmade o fotocopias buenas. Uy, perdón; digital prints. Tras un año con buenas ventas, pero con mala sensación, decidí retirar mis productos por pura honestidad; ¿vender en un sitio cuyo letrero pone “made by locals” y donde se tapa el “made in China” con el precio? No way. Y lo sé bien, trabajé allí unos meses, me impliqué y he salido corriendo. Otro sueño hecho realidad. Carita irónica, one more time.

Para que entendáis un poco lo que puede llegar a implicar una comisión del 50%, imaginemos… Un cliente se acerca a una tienda y compra una pieza que vale 40 euros, IVA incluido. Restamos el IVA, un 21%, unos 6,94 euros, y nos quedamos con 33,06 euros. Ahora restamos la comisión del punto de venta de 50%, entonces 16,53 euros. (Ojo, un punto de venta un poco cabrón podría intentar aplicar su 50% al precio de venta bruto.) Restamos el coste de producción de la pieza. Son unos 10 euros. Resumiendo, después de todo el currazo, la ilusión, la creatividad, la creación, la producción y la distribución, tu ingreso es de 6,53€. Un sueño, ¿verdad?

Además de las tiendas, hay otras opciones para mover tus productos: los markets. En ellos he vivido de todo, grandes éxitos y rotundos fiascos, pero el resultado siempre depende de la capacidad de los organizadores para atraer público y de la selección de marcas. Para los que no sepáis cómo funcionan, las marcas pagamos por ir a trabajar, entre 75€ y 400€, dependiendo del evento y su duración. A cambio, contamos con “firmes” garantías: “Vamos a poner tropecientosmil OPIs”, “Repartiremos millones de flyers, everywhere”, “Campaña en radios y redes sociales, que lo flipas”. El caso es que cuando empieza el evento, la organización ya ha hecho su negocio y algunas veces parece que les importa poco si las marcas vendemos o no. Tampoco si las camisas de “producción 100% local” aún llevan la etiqueta “Proudly made in Bangladesh”. ¿A que no querríais despertar de este hermoso letargo?

Sería injusto tildarlos a todos de pesadilla. Por suerte, hay markets que tienen una marcada filosofía de hecho a mano y selecciona a los artesanos y los productos de una forma muy concienzuda como el Festivalet, Singulares, Desván, etcétera.

En fin, paralelamente a ir dando palos de ciego y haciendo ensayos de prueba/error, toca definir y construir la marca, el estudio de mercado, el business plan. Calcular costes, precios, beneficios y márgenes, crear tu rincón en el ciberespacio con la web, el blog, la tienda online, las redes sociales… vivir. Estar al día de pagos, impuestos, IRPF, cuotas y en mi caso se añade trabajar 36 h semanales en otras cosas. Ah, casi se me olvida, y crear, que es el objetivo. Mi gran sueño.

Aun así, no me rindo. Ni yo, ni otras tantas artesanas y artesanos. Y mira, un rayo de sol. Se ha puesto en contacto conmigo una tienda que funciona de una forma totalmente diferente, ¡y me flipa! Iorana (Diluvi, 10), tiene una buena y variada selección de productos locales, hechos a mano. Su diferencia es que el artesano alquila, por un precio muy razonable al mes, un espacio expositivo y por tanto, NO hay comisión para el punto de venta. What? La cantidad que pagas al comprar un producto es íntegro para el artesano que lo expone. El 100%. Hay otros mundos, y están en este.