Me gustaría hacer tantas coñas sobre la Torre Agbar…desde su forma de pepino hasta su iluminación estilo árbol navideño desde principios de diciembre. Y sí, su similitud con una polla enorme que se va a follar todos los planes turísticos de la Condal por todo lo alto. El principio de acuerdo está ahí para que la torre se convierta en un hotel de lujo. ¡Chúpate esa Trias!
La compañía hotelera Hyatt la comprará al grupo Agbar por aproximadamente 150 millones de euros. Las oficinas dejarán de ser espacios de trabajo para convertirse en camas ostentosas, restaurantes de millón el cubierto y reuniones importantes, aprovechando que en el pepino ya hay un auditorio. Todo eso con una inversión que Hyatt prevé en 35 millones de euros.
Los amigos de Agbar han pasado de mí cuando intenté saber más sobre la operación, pero también declinaron comentarla con La Vanguardia, y sí, eso me hace sentir mejor. Los colegas de Hyatt, mucho más partidarios de la gestión de la comunicación a lo softpower, sí me han contestado. Para decirme que no me contestan, claro. “Barcelona es un destino importante, por lo que estamos sin duda interesados en aumentar nuestra representación de la marca allí y estamos buscando activamente oportunidades para hacerlo. Dicho esto, es nuestra política hablar de las transacciones o acuerdos potenciales sólo una vez se haya llegado a un acuerdo.” Gracias. Todo un detalle.
La inversión corre a cargo de Emin Capital, una sociedad que preside Jordi Badia, un empresario andorrano (esta palabra siempre me ha recordado a otra que pueden provocar cosas humanas con forma de Agbar). El préstamo se lo dan La Caixa y Banc Sabadell. Todo queda en casa, vean cómo el dinero va pasando de unas manos a otras. La Torre Agbar, en la que al principio vivía el señor Agbar, ha ido cambiando de dueño desde que se estrenó en 2005. Primero fue de la inmobiliaria Layetana, que financió la construcción con La Caixa. En 2007 se la vendió a Azurelau, que se dedica a alquilar propiedades. Dos años después, Agbar ejerció su derecho de compra y se la quedó. ¿Por qué en 2009? Porque entonces el grupo francés Suez se hizo con el control de la empresa, participada por… adivina, adivinanza… La Caixa.
Lo que no entiendo es que el grupo de lujo prevea que una vez sea suya, la torre se convierta en “un espacio abierto al público”. Las habitaciones rondan los 140 euros la noche. ¿Qué público? Ajá, ésa es la cuestión. En La Vanguardia, después de mencionar su apertura al público, estiman que atraerán a 1,5 millones de visitantes al año, teniendo en cuenta el interés que suscita la Torre Agbar entre los visitantes extranjeros.
Ya lo tenemos: lujo más visitantes extranjeros. Un eje turístico más, “venga usted a ver la City, la Défense de Barcelona”. Están al lado las sedes de Indra, Vodafone o Mediapro, perfectas para el turismo de negocios que es el otro eje de Hyatt. Su apuesta refuerza, según el periódico, “la posición de Barcelona como punto de destino tanto de viajeros de negocios como de turistas de alto poder adquisitivo”.
No tengo nada en contra de los turistas con mucho dinero. En Encants estarán encantats y se lo merecen, si es que a los rusos y árabes podridos de pasta les interesa el rollo mercadillo. Pero tengo la sensación de que cada vez van desapareciendo más áreas para los habitantes de Barcelona y se van viendo sustituidas por territorios para el turismo masivo, business o rico. Ya me imagino a los estudiantes de la UPF o a los periodistas de Efe, atravesando la marea para llegar a sus destinos. Al menos, tendrán una nueva excusa para llegar tarde.