En las últimas décadas, hemos logrado conectar la ciudad con el mar, hemos creado espacios públicos donde antes aparcaban coches, y hasta hemos suspendido nuevas licencias de hoteles y multado a AirBnB. Pero aún no se ha resuelto el problema de lo difícil que es acceder a una vivienda digna por parte de esa mayoría de barceloneses que cobra un sueldo insuficiente. La vivienda asequible se ha convertido en la gran asignatura pendiente de esta ciudad; cosa que pasa cuando se deja que un elemento limitado —el suelo— se convierta en un producto financiero.

Hace falta construir mucha vivienda pública social porque Barcelona tiene poquísima. Para que os hagáis una idea: en Ámsterdam o Viena, alrededor de un tercio del parque de viviendas son sociales, mientras que aquí no llegamos ni siquiera al 2%. ¿Qué ha pasado? ¿Nos hemos olvidado en la euforia posolímpica de la creciente necesidad de viviendas asequibles en una ciudad cada vez con más turistas? ¿Hemos confiado demasiado en el sector privado para resolver este problema? En Barcelona, durante el boom inmobiliario, se construyó mucha arquitectura singular, pero poca vivienda “normal”.

Aquí han querido «posar guapa» únicamente las fachadas de nuestras viviendas y no su sustancia, y han construido una ciudad Potemkin, fake, y superficial.

La vivienda es un tipo de arquitectura muy diferente a la de museos, estadios, aeropuertos u hoteles, que sólo son espacios de paso. Sin embargo, el uso de la gran mayoría de los edificios en cualquier ciudad es precisamente el de vivienda. Esto hace que sea, por definición, altamente contraria a ser “arquitectura singular”. Encima, aquí han querido “posar guapa” únicamente las fachadas de nuestras viviendas y no su sustancia, y han construido una ciudad Potemkin, fake, y superficial. Muchas viviendas están en mal estado, y encima hay que pagar un precio abusivo por ellas.

Para resolver este problema, algún político propone islas artificiales en la costa barcelonesa para albergar viviendas sociales, algo que creará un gueto del sector de la población que menos necesita estar aislado del resto de la ciudad (más info aquí). Otro político propone otra Expo para dar impulso económico a la ciudad, una fórmula anticuada y cansina que todavía depende de la idea del espectáculo arquitectónico para entretener al resto del mundo. Está garantizado que esto no resolverá el tema de la vivienda asequible, al contrario.

Parece imposible construir ciudad en Barcelona sin montar un evento global y turístico, tipo Expo, Fòrum o Juegos Olímpicos. Pero eso tiene que ser posible. El impedimento principal parece ser la falta de un cambio de chip. Necesitamos viviendas para vivir, no para exhibirlas. Ya.