Parecía una buena idea…

Nada más y nada menos que un trabajador de TV3 ha sido el último cadáver que han encontrado ahorcado los ejecutores del último desahucio. En su piso de Hospital Clínic. Todo parecía muy bonito en los años de la teledirigida transición, “libertad”, televisiones autonómicas, posibilidad de hipotecarse desde muy joven, etcétera, etcétera. La broma macabra de la burbuja socialdemócrata europea está llegando a su fin. En TV3 –o más bien en sus subcontratas– tienen atrasos de varios meses y el chupar de la teta se va convirtiendo en más y más agotador dado el carácter famélico de la vaca y la cantidad de mamones.

 

Los suicidas desahuciados y la apuesta de los mass media

Los medios de comunicación se la están jugando bastante con este asunto de los desahucios. Han roto la ley no escrita –o sí– de no hacer públicos los suicidios. El famoso Síndrome Werther –todo se imita, y más si sale en la tele con millones de espectadores, y más si es algo especialmente llamativo– está siendo espoleado por los medios de comunicación. Es indudable que ellos lo hacen por vender más periódicos o tener más audiencia, sin embargo, la cuestión es la siguiente, ¿acaso es honesto o es la única manera de paralizar la política de desahucios el fomentar el suicidio de numerosos ciudadanos con vistas a poner el caso sobre la mesa? Y más importante, ¿pueden realmente los bancos españoles paralizar los desahucios o están ellos mismos tan ahogados por sus propias deudas a otros bancos extranjeros que les resulta literalmente imposible? ¿Podrán los partidos en el gobierno contradecir a los mismos bancos que les subvencionan las campañas electorales? ¿Serán los gerifaltes alemanes lo suficientemente listos como para apaciguar la tradicional rebeldía hispana in crescendo con medidas reformistas o caerán en su proverbial trampa romántica de tensar la cuerda al máximo, hasta que se rompa?

Los malos son los que confían

Como se impone la visión cortoplacista, pocos intentan asumir el complejo asunto de los desahucios con perspectiva, se limita el debate al maniqueísmo de “los bancos son crueles y el gobierno más por ampararlos” y el soniquete de las abuelas del “que no hubieran firmado la dación de pago”. Todo español católico, apostólico y romano coincide en que es injusto que haya un montón de casas vacías y un montón de gente sin casa –ojo, esto que parece tan evidente para cualquier anglosajón sería un disparate–.
[quote align=»right» color=»#000000″]En la fiebre ciudadana de firmar hipotecas con alegría inconsciente se manifiesta la grandeza y generosidad de los españoles.
Sin embargo, hay una ideología que señala como culpables a los ciudadanos por haber confiado en que su trabajo –y sueldo– sería eterno y que podrían asumir eternamente su hipoteca, firmando confiadamente todo lo que el banco les presentaba. Bajo mi punto de vista, precisamente en la fiebre ciudadana de firmar hipotecas con alegría inconsciente se manifiesta la grandeza y generosidad de los españoles. Ellos confiaron en sus instituciones. El problema radica en que las instituciones los estaban engañando. Ellos no podían tener la información suficiente como para saber que España llevaba años masacrando su tejido productivo y que los problemas aumentaban a la hora de surtirse de recursos energéticos. No hay mayor mala fe que acusar de ingenuo al que ha confiado en ti ciegamente en el momento en el que le estás traicionando.

Mientras tanto, Artur Mas…

“El PSC debe estar unido con el proceso de soberanía nacional catalana o el pueblo pasará por encima de los partidos.”
No hase falta disir nada más.