En su libro Neomaterialism Joshua Simon comenta cómo vivimos en un mundo en el que no somos propietarios de la mercancía sino que, por el contrario, son las mercancías las que coreografían sigilosamente nuestros movimientos. Que nosotros pertenecemos a las cosas y no tanto que las cosas nos pertenecen es algo que vemos en cada mudanza, cuando son ellas las que controlan de manera obvia nuestra vida durante el proceso. Pero también lo hacen cuando están aparentemente estáticas, dentro de casa. Nos pasamos el día moviendo objetos de un lugar a otro, desde las llaves que sacamos y metemos dentro del bolsillo del abrigo hasta ese mismo abrigo que llevamos de un lugar a otro, pasando por la basura que sacamos a la calle. Pero aquí la intención es que sean otros los que se encarguen de sus posteriores desplazamientos.

De este desplazamiento continuo de las mercancías hablaba Eva Fábregas en su conferencia A Brief History of Portable Architecture. Lo hacía además, dentro de una exposición por partes, Caso de estudio, de Rosa Lleó y Zaida Trallero. Algo así como mudarse a una casa nueva trasladando cajas una vez a la semana y habitando solamente aquellos espacios que contienen las cosas que hay en dichas cajas. Nada mejor que ver casi vacía una sala de exposiciones para preguntarse cómo llegan las obras de arte a ella y quién las trae. Las jerarquías y las distinciones de clase que hay en la materia, también está en sus modalidades de desplazamiento. Dicen los rumores que para las obras de arte de esos genios que tanto abundan y tanto sobran, existen los correos. Personas encargadas de custodiar, fiel y costosamente, una obra de arte durante su traslado de un museo a otro. Su versión precaria sería el artista, comisario o galerista que transporta obras de arte durante el montaje de una exposición. Aquí el escudo protector del seguro se convierte en el propio cuerpo de mensajero. Aunque lo más común es que del transporte de obras de arte se encargue una empresa especializada. Especializada en quedarse con gran parte del presupuesto del proyecto. Para todo lo demás… ¡ups!