Según dice la leyenda, hay una zona limítrofe entre Gràcia y Guinardó que actúa de frontera natural. En esta especie de limbo uno puede encontrar curiosidades esperpénticas típicas de cada lado, como la común terraza a-precio-de-turista junto a un señor con un Don Simón y un radiocasete con el flamenquito a todo trapo. ¡No se deje seducir tan rápido por alguna de las dos caras! Joanic tiene mucho que ofrecerle, tanto en “coolness” como en pura grasa y garrafón.

Cañas, vermut y mondadientes
¿Aprieta el hambre? ¿Y el sol? ¿Acaba de salir sudando como un pollo del metro, o acaso es usted una reinona que tiene para los carísimos taxis de la city? No se preocupe, justo al lado de la plaza tiene usted La Bodegueta de Gràcia (c/ Sant Lluís 103), donde podrá disfrutar de sus excelentes croquetas, un buen vino y un trato de lo más familiar. ¿Quiere usted un trato aún MÁS familiar? Puede acercarse al Layla (c/ Congost 29), excelente local donde ver cualquier partido a ritmo de punk rock. Si no le interesa el deporte, siempre podrá charlar con su jefe, El Maytal, y sonsacarle todas las trifulcas y multas que ha tenido con nuestra querida policía urbana. Si más tarde se siente hambriento, siempre puede ir al ya mítico Casa López (c/ Topazi 11), auténtico bar preolímpico que se llena casi cada noche. No hay que marcharse sin probar sus famosos nachos con queso y guacamole. El precio es baratísimo, por lo que puede bañarse en ellos.

joanic-2Suba el volumen, caballero
Antes de salir, puede dejarse caer por La Garita (C/ Ciudad Real 26), donde, además de encontrar auténticas joyas de los años 50, uno puede pasarse horas admirando medallas nazis, máscaras de gas o las cazadoras de cuero pintadas por los propios aviadores de la guerra de Vietnam. Si sube un poco más, puede dejarse caer por Bcore Disc (C/ Montmany 25), donde podrá comprarse unos cuantos discos y enterarse de lo que se está cociendo en la escena musical patria. Algunos días incluso hacen conciertos acústicos con cervezas gratis.
De todas formas se lo digo alto y claro: la zona está muy bien para ir a tomar algo, pero no es precisamente el centro de la fiesta. Ni la gentrificación ha podido hacer aflorar demasiados locales musicales, y algunos bares de rock’n’roll míticos como el 13 Cats ya pasaron a mejor vida. Muchas de las bandas que se plantan en la ciudad acaban tocando en Almo2bar (c/ Bruniquer 59), por lo que igual tiene suerte y pilla usted un concierto de indie no demasiado lánguido. También puede acercarse al Continental (c/ Providència, 30). Nunca sé qué demonios programan allí dentro, pero la única vez que entré, pinchaban temas de italo-disco ochentero y 4 personas bailaban amaneradamente y reptaban por las escaleras. Igual tiene suerte y se los vuelve a encontrar.

Si de lo contrario es usted una persona de gustos exquisitos y quiere dárselas de interesante, puede plantarse en el Pipa Club (c/ Santa Eulàlia 21), club de fumadores donde hay programados conciertos casi cada noche (jazz, swing, blues). Puede hacer de todo menos encenderse su pipa: casualmente está prohibido fumar.

Dónde tomar la última
Volveré a ser sincero con usted: Gracia no es el alma de las fiestas. En la mayoría de locales se baja la persiana pronto, aunque siempre puede encontrar lateros all night long y plazas abarrotadas. También es cierto que en cada una hay un grupito de chavales en el suelo con una guitarra, en una nueva medida del Ayuntamiento para promover el bonrollisme. Probablemente estarán berreando temas de Txarango y rumbeta guapa, por lo que puede acabar con una embolia o en el calabozo enfrentándose a una acusación por asesinato. No se preocupe, ningún juez lo condenaría por ello.

Siempre puede adentrarse en el Màgia Roja (c/ Alzina 20), donde la programación de conciertos y pinchadas es abundante. Si no, puede ir al Inch Bar (c/ Escorial 117), donde se suele cerrar tarde. Su clientela habitual es de lo más variopinta, aunque abundan los señores mayores cubata en mano. Cada noche anda por allí el ex dueño con su ron-cola permanente. Si es usted una joven dama, le contará acerca de sus años mozos en Londres y que era vecino de David Bowie. Si es usted afortunado, incluso podrá toparse con una alegre transexual que proclama a los 4 vientos que es una reputada cineasta en su Perú natal. Probablemente le hará continuas promesas acerca de convertirlo en la próxima estrella del celuloide sudamericano.