Gentrificación es una de esas palabras que llegan de otro planeta (el anglosajón) para instalarse en nuestro lenguaje. Y en nuestras ciudades. Aunque seguramente “lo rural” también se esté gentrificando, con la escapada progresiva de urbanitas en busca del hogar perdido. Y de mejores condiciones económicas y existenciales. La calidad de vida no reside tan solo en el sol mediterráneo, como pretenden hacernos creer. Gentrificación es también una palabra que aquellos que trabajamos en arte tenemos muy presente. Somos conscientes de que, como algunos han indicado, somos la vanguardia de la gentrificación. De su modalidad “barata”, esa que no pasa por la contratación de arquitectos estrella.
¿Eres sujeto gentrificado, gentrificador, gentrificante?
Si la gentrificación fuese como la nada de La historia interminable, seríamos también los primeros en caer dentro de esa materia antiontológica que hace desaparecer las cosas. La vanguardia es la primera facción en caer en combate. La gentrificación, dicho en castizo, es el aburguesamiento de una zona urbana “desfavorecida” dentro de una ciudad. Como el turismo de clase, pero desde la permanencia. Sucede que los artistas y demás personas que trabajamos en arte no llevamos mucho dinero a esas partes de la ciudad que no estaban en el punto de mira hasta nuestra llegada. Llevamos capital simbólico y “visibilidad”. Eso con lo que algunos pretenden que paguemos los alquileres y las facturas. La gran pregunta que nos hacemos es cómo no vernos metidos en estos procesos especulativos, a pesar de nuestro derecho a buscar alquileres que podamos (mal)pagar. En Barcelona, uno puede representar la gentrificación desde varias posiciones complementarias. Ser sujeto gentrificado (cuando uno vive en Poblenou y contempla la segunda ola de “creativos” a los que ahora sí les gusta el barrio), gentrificador (cuando uno tiene un estudio en L’Hospitalet, donde la cultura se percibe desde las industrias culturales), y gentrificante (la potencialidad especulativa permanente de la actividad que uno desempeña). Para que luego digan que el arte no es útil. Aunque los beneficios de la gentrificación se los lleven aquellos que viven de Diagonal hacia arriba.