Hay un pasaje de Virginia Woolf en el que ella comenta que una vez se logra tener una habitación propia dentro de una casa de hombres, la libertad apenas comienza. Para convertirla en otro espacio, esa habitación tiene que ser amueblada, decorada y compartida. ¿Es posible hacer lo que propone Virginia Woolf con una institución artística? Crear un contenedor dentro de otro contendor. Una institución que vive dentro de otra institución, el museo. Un organismo múltiple que aparece, pero que no existe de manera permanente en un mismo lugar. Un órgano sin un cuerpo específico pero que es capaz de ocupar muchos cuerpos y materiales a la vez. Una institución que siente, se mueve y piensa. Que escucha y responde. Que baila, cocina y limpia.
Imagina un museo que funciona como un proceso de fermentación a través de elementos que van apareciendo y se van añadiendo los unos a los otros. Una institución que es una receta de fermentación cuyos ingredientes abarcan desde la hospitalidad al horóscopo, pasando por la ciencia ficción, los conjuros, el jengibre, el trabajo doméstico, Donna Haraway, los productos de limpieza, Céline Condorelli, el kimchi, el xenofeminismo. Imagine an institution based on herstoy, tender activism and circlusion, where administration or cleaning are just as important as theories and concepts. Where curating is making things possible. Un museo que no traduce sus textos a varios idiomas porque su lenguaje está hecho mediante diferentes idiomas que se mezclan y aparecen todos a la vez. Imagina una institución que se adapta a la vida de sus habitantes, que no tiene puertas ni horarios preestablecidos. Una institución que es capaz de aparecer en una cocina, en un auditorio o en un espacio de trabajo. Imagina un museo que no tiene un programa de conservación, sino un departamento de conversación. A museum that is she: la musea.