El mes pasado invité a mis queridas lectoras a participar con sus (vuestras) aportaciones en la elaboración de la columna de este mes. Con esa convocatoria perseguía dos fines, uno egoístamente perverso y otro más bien corporativo. Ahorrarme trabajo redactando en marzo era, evidentemente, el primero y principal. Con lo perezosa que soy para juntar dos palabras, ¡menuda liberación poder incorporar la mitad del texto de la columna sin hacer el huevo!

 

El segundo objetivo, más gremial como ya he dicho, era promover un poquito el uso de la web de esta, nuestra estoica revista. Al fin y al cabo, alguien se levanta cada mañana a una hora razonable para que este barco siga a flote (por supuesto, no hablo de mí), y se merece unos mimitos de vez en cuando y algo con que rellenar su ego.

 

La cuestión es la siguiente: sabemos que el garbeo por la página ya lo dais, el tráfico de visitas no es nada desdeñable. Y aún así, ¿por qué es tan poca la gente que se atreve a dejar testimonio de su visita con un comentario, una sugerencia, un miserable troll, ni aunque sea? Me encantaría la idea de un anónimo que se dedicara a sacar trapos sucios de los colaboradores, ¡eso sí que nos daría caché! Pero, visto lo visto, y por lo menos en mi caso, para poder arañar unas líneas de colaboración de vuestros dedos tengo que amenazaros de muerte. No seré yo quien os juzgue, sabéis que bien pocos superan mi indolencia, pero da qué pensar.

 

“¿Y qué piensas?”, os preguntaréis. O no. Pero como tengo que rellenar, os lo cuento. Nos quejamos de nuestros cada vez más mermados derechos y de la impunidad con la que políticos, banqueros y demás capitostes actúan en su propio beneficio, olvidando sus obligaciones para con la sociedad. Eso se refleja en un “malestar” de la opinión pública, como lo definen en los periódicos, pero a la vista está que ese malestar se parece más al de una mala menstruación que te obliga a acostarte en la cama en decúbito prono que a un cabreo de los de quitarse las gafas, que van a llover hostias.

 

Nos estamos acostumbrando demasiado a no participar, a resignarnos a que nuestras voces no se oigan, no sean tenidas en cuenta. Estamos decepcionados con la memocracia y ya hemos renunciado al esfuerzo que supone ser un buen ciudadano, optando por la comodidad del individualismo más pérfido. Yo me mí conmigo. Yo: “Espero tener mejor suerte en el próximo casting de Gran Hermano”. Me: “Puta TMB, si se van a la huelga, ¿cómo voy a llegar al trabajo?”. Mí: “Menuda putada lo de Megavideo, ¡me faltaba un capítulo para terminar la segunda temporada de The Walking Dead!”. Conmigo: “Si realquilo la habitación por 500 euros, saco el dinero para comprarme la moto en tres meses”. And so it goes.

 

Quizá sea todo una mierda, pero si respiras, comes y cagas en este planeta, algo de responsabilidad tienes por la mierda que haya en él. No seas egoísta, comparte tu opinión. A lo mejor, lo que tienes que decir es útil para alguien. Y, a lo mejor, lo que tienes que decir es lo que piensan muchos pero callan. Quizás, oyéndote a ti, se apuntan al carro y ya tenéis creada una demanda. Puede que la pelota se haga tan grande que los telediarios y los periódicos lo saquen como un “malestar” en sus titulares. Pero que les jodan, a los telediarios y a los periódicos. Has creado una realidad en la que un hecho es inadmisible y eso ya no hay quien lo pare.

 

Bueno, y a todo esto, no me olvido de agradecer a los cuatro valientes que sí respondieron a mis amenazas y tretas rastreras para aportar sus propias tontinormas a la Chispa del mes pasado. Hay que decir que de los cuatro, solo dos entendieron algo de lo que pedía y comentaron en consecuencia, lo que me hace sospechar que escribo peor de lo que creía.

 

Vamos a ver lo que elucubraron los queridos comentaristas que sí entendieron lo que les pedía:

 

Mi ley en la vida: optimismo y alegría, sonríe, ríete a carcajadas, que esto no te lo quita nadie.”, de annick.
Me gusta esta tal Annick, se ve una persona vital. O fuma mucha hierba. En todo caso, me gustaría saber qué clase de castigo impondría a todo el que no siguiera su tontinorma, y si ha pensado en las bizarras operaciones de estética a las que se someterían muchos para poder cumplirla.

 

A los que digan: ‘¡Cómo es la gente!’, refiriéndose a otra gente que realiza acciones reprochables, que se les haga una auditoría de su conducta de las últimas semanas para saber si, realmente, el personaje en cuestión está libre de este pecado y es un angelito.”, de alex.

 

Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Bíblico, este Álex. Pero me gusta lo de las auditorías… Eso crearía bastantes puestos de trabajo para los auditores de conductas, pero me pregunto si no sería suficiente con pegarles un puñetazo en la boca a los ignorantes que suelen realizar este tipo de exclamaciones. Total, si la neurona no les da para crear un pensamiento propio, el daño no sería tan grave.

 

A mi dos fans rendidas que también comentaron mi columna de febrero, sanchinhan y gemma, pero escribieron lo que les salió de sus santísimos ovarios, ¡os animo a seguir haciéndolo! Los desafíos de vuestra creatividad y vuestra rebeldía son fuente de inspiración para las Chispas del porvenir.